La historia del Concejo se remonta a la Edad del Bronce, así lo prueban algunos vestigios históricos, como el descubierto en 1957 el llamado «ídolo de Llamoso», una de las primeras muestras de arte prehistórico de la región. |
Hay una calzada romana que unía Asturias con la Meseta, fue anteriormente una vía natural, ya utilizada por los astures. Esta vía fue él más importante cruce de cultura, por ahí pasaron: centurias romanas, huestes árabes, peregrinación jacobea, etc. |
La historia de este concejo está unida a la construcción de un monasterio, La Villa Lapideum, fundado por la reina Velasquita esposa del rey Bermudo II de León, que reunió en una sola propiedad varias dispersas. Bermudo III Permutó esta propiedad con los Condes Pelayo Froilaz e Idontio Ordoniz, por otra de éstos que estaba en Galicia. Dichos condes fundaron un monasterio, pero sus descendientes disgregaron el patrimonio, que más tarde sus herederos lo aumentarían y simultáneamente el Rey Alfonso VII lo puso bajo su protección acrecentando aún más su patrimonio y consolidándolo como señorío territorial y jurisdiccional. |
Históricamente, está formado por las antiguas tierras que constituían el concejo de realengo de Miranda y el Coto Abacial de Belmonte que, incrustado en tales territorios, los dividía en dos: Miranda la Baja y Miranda la Alta. Hasta principios del s. XIX existían, dentro de lo que actualmente es este término municipal, dos territorios o jurisdicciones distintos —que se unieron siguiendo los preceptos de la Constitución de 1812—: la del concejo de Miranda, con capital en Leiguarda y luego en Selviella, y el Coto Abacial de Belmonte, con capitalidad en lo que primero se llamó Santa María de Lapedo. Las gentes que estaban en las tierras monásticas vivían bajo una férrea jurisdicción de los abades, mientras que los de Miranda, tenían representantes propios en la Junta General del Principado. En 1.827 el coto pasa a ser por decreto agregado al concejo de Miranda, al ser la villa de Belmonte más importante y estar mejor situada, estableciéndose en ella la cabeza del partido judicial. En 1834, Belmonte se convirtió en la capital, dando su nombre al municipio. |
La historia de este concejo permanece unida al monasterio hasta el siglo XIX, monopolizando los monjes, no sólo tierras sino también sojuzgando a sus habitantes, dándose el caso de que sus colonos no podían contraer matrimonio sin el permiso de los abades. Esta férrea actitud se acabó, con el decreto de la desamortización de Mendizábal, que hizo que la revancha de los campesinos fuera rápida y se apresuraron a no dejar piedra sobre piedra del convento de Lapedo. |
En aquellas circunstancias muy pocas familias eran libres y las que eran pertenecían a la nobleza secundaria. El mayor colectivo lo constituían, los vaqueiros de alzada, a quienes los propietarios cedían la explotación de pastos y rebaños, que fueron ascendiendo progresivamente a la condición de propietarios de rebaños, más que de tierras, sobre todo por que los pastos adquirieron propiedad comunal, al subir todos a los mismos pastos de la montaña. |
Destacar en la década de los sesenta la construcción por Hidroeléctrica del Cantábrico del Salto de Miranda, que dio al concejo una época de bonanza, recordada como "la época de las obras", ya que fue tal la cantidad de puestos de trabajo, más de 1.800 que llegaron de todas partes de Asturias. |
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